Diotima de Mantinea, la maestra de Sócrates.
"la que me enseñó las cosas del Eros" Socrates
Por Betty Aguirre-Segura
El Banquete o Simposio (375-380 a.C.) de Platón, la obra filosófica sobre el Eros, el Amor, nos revela la
existencia de Diotima,"la extranjera de Mantinea", quien destaca
entre todos los personajes femeninos que habitan este universo discursivo. La
cultura griega nos heredó personajes como Ifigenia, Penélope,
Electra, Nausicaa, Dafne Helena, Creusa, Calipso, Fedra, Danae, Antígona,
y Casandra, de quienes sabemos sus historias, lo que vivieron y padecieron;
pero Diotima de Mantinea, la filósofa y maestra de Sócrates, ha estado oculta durante siglos.
La única vez que se la nombra en la literatura es en 1797, cuando el escritor Friedrich Hölderlin
la menciona, de manera luminosa, en su novela Hiperion, o el eremita en
Grecia. Desde entonces, se ha dicho y aun se dice que Diotima no
existió y que fue un recurso de Platón en los diálogos de El
Banquete. No obstante, sabemos que Sócrates nunca inventó un
personaje y que por lo tanto, pudo haber existido como existió Aspasia
de Mileto o Hipatia. Pero también, podemos pensar lo contrario y decir que
negar la existencia de Diotima y verla como un recurso, es adoptar una
posición androcéntrica, que ya existía en la época de
Platón, para eliminar a las mujeres del discurso filosófico.
En El Banquete,
mientras que varios hombres intentan definir el origen y el sentido de Eros,
Sócrates reproduce su diálogo con Diotima y empieza diciendo:
—Es,
mi querido Agatón, imposible resistir a la verdad; resistir a Sócrates es bien
sencillo. Pero te dejo en paz, porque quiero referirte la conversación que
cierto día tuve con una mujer de Mantinea, llamada Diotima. Era mujer muy sabia
en todo sobre el Eros, y lo mismo en muchas otras cosas. Ella fue la que
prescribió a los atenienses los sacrificios, mediante los que se libraron
durante diez años de una peste que los estaba amenazando. Todo lo que sé sobre
el amor, se lo debo a ella.
En el diálogo platónico
de El Banquete hay varios discursos que intentan explicar el
fenómeno amoroso; entre ellos el de Aristófanes que cuenta la historia de
extraños seres con cuatro brazos, cuatro piernas, dos órganos sexuales, dos
rostros y de una fuerza extraordinaria pero de un destino fatal. Los dioses
atemorizados por su poder los partieron en dos y desde entonces buscan su otra
mitad. Esta idea será la característica esencial de la vida, una vez que no
podemos declararnos seres autárquicos. Siempre esperamos que alguien
más nos acompañe, nos complete, confirme nuestra humanidad y nuestro
destino.
Diotima de Mantinea cuenta,
además, el origen de Eros, un dios o daimon que
"no es ni bello ni feo, ni bueno ni malo", sino algo intermedio entre
los dioses y los humanos. Su carácter mediador es la fuerza de Eros, quien
anima a los mortales hacia la belleza, el bien y la sabiduría. Los dioses no
filosofan, "porque ya tienen el saber" dice Diotima a Sócrates, y
tampoco los ignorantes, porque la ignorancia les impide añorar el saber. El sino
y castigo de los hombres es la ignorancia y están condenados a vivir en el
reino de la oscuridad. Solamente el Eros, el Amor, esa divinidad mediadora,
afirma Diotima, nos impulsa a salir de la ignorancia, a buscar a través del
deseo aquello que nos ilumine y nos lleve a vencer nuestras propias
limitaciones, el conocimiento.
El carácter mediador de
Eros entre la ignorancia y el deseo de conocimiento, del bien y la
belleza, viene de su propio origen, como lo relata Sócrates en las
palabras de Diotima:
-Cuando nació Venus,
hubo entre los dioses un gran festín, en el que se encontraba, entre otros,
Poro (la Abundancia) hijo de Metis (la Prudencia. Después de la comida,
Penia (la Pobreza) se puso a la puerta, para
mendigar algunos desperdicios. En este momento, Poros, embriagado con el néctar
salió de la sala y entró en el jardín de Júpiter, donde el sueño no tardó en
cerrar sus cargados ojos. Entonces, Penia, apremiada por su estado de penuria,
se propuso tener un hijo de Poros. Fue a acostarse con él y se hizo madre del
Amor. Por esta razón el Amor se hizo el compañero y servidor de Venus, porque
fue concebido el mismo día en que ella nació; además de que el Amor ama
naturalmente la belleza y Venus es bella. Y ahora, como hijo de Poros y de
Penia, he aquí cuál fue su herencia. Por una parte es siempre pobre, y lejos de
ser bello y delicado, como se cree generalmente, es flaco, desaseado, sin
calzado, sin domicilio, sin más lecho que la tierra, sin tener con qué
cubrirse, durmiendo a la luna, junto a las puertas o en las calles. En fin, lo
mismo que su madre, está siempre peleando con la miseria. Pero, por otra parte,
según el natural de su padre, siempre está a la pista de lo que es bello y
bueno, es varonil, atrevido, perseverante, cazador hábil; ansioso de saber,
siempre maquinando algún artificio, aprendiendo con facilidad, filosofando sin
cesar; encantador, mágico, sofista. Por naturaleza no es ni mortal ni inmortal,
pero en un mismo día aparece floreciente y lleno de vida, mientras está, en la
abundancia, y después se extingue para volver a revivir, a causa de la
naturaleza paterna. Todo lo que adquiere lo disipa sin cesar, de suerte que
nunca es rico ni pobre. Ocupa un término medio entre la sabiduría y la
ignorancia, porque ningún dios filosofa, ni desea hacerse sabio, puesto que la
sabiduría es vecina a la naturaleza divina, y en general el que es sabio no
filosofa. Lo mismo sucede con los ignorantes; ninguno de ellos filosofa, ni
desea hacerse sabio, porque la ignorancia produce precisamente el pésimo efecto
de persuadir a los que no son bellos, ni buenos, ni sabios, de que poseen estas
cualidades; porque ninguno desea las cosas de que se cree provisto.
En la historia espiritual
de Occidente hay dos cenas que son dos momentos de comunión profunda: la
Última Cena de Jesús y El Banquete de Platón. De estas dos cenas, la segunda tiene
como figura central a una mujer, a Diotima, la filósofa, la maestra de Sócrates, quien
reflexionó y explicó sabiamente el Amor, y concluyó que los seres humanos
amamos el bien más que la belleza.
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