#TodosSomosMartha
Por Betty Aguirre-Segura
Me
encuentro a miles de kilómetros de mi país, pero las raíces, la familia y los
amigos siempre me han mantenido atenta a lo que sucede cotidianamente. Sin
embargo, noticias como esta me dejan en un estado de preocupación muy grande.
Siento tristeza, compasión, rabia y solidaridad por el caso de Martha, la joven
mujer que fue violada y ultrajada por tres hombres, hace pocos días en
Quito.
No
es la primera ni la única mujer atacada en Ecuador por seres que parecen adolecer de todo
principio. Martha podría estar muerta pero sobrevivió al brutal ataque. Debe
tener heridas fatales, dolorosas y humillantes. Usaron, además, objetos para
penetrarla con toda la saña posible. ¿Quiénes son estos tres monstruos para
llegar a lastimar de esa manera a otro ser?
¿Qué los llevó a atacar salvajemente a una mujer, a una amiga, que compartía con ellos un buen
momento, como lo haríamos cualquiera de nosotros?
Martha
me recordó a la joven india Jyoti Singh, quien en diciembre de 2012 salía del cine con su amigo Awindra y se dirigían a su casa donde la esperaba su
familia. Después de ver “Life of Pi” tomaron un autobús en el que iban cinco
hombres y el conductor; eran las 9h30PM. Tras cerrar las puertas del autobús,
los cinco hombres, incluido el conductor, golpearon a Awindra y por más de una hora
violaron a Jyoti, a quien además la penetraron salvajemente con una barra de
hierro que le causó heridas inimaginables y finalmente la muerte. Jyoti
tenía 23 años y trabajaba en un call-center
de IBM para pagar sus estudios de medicina.
Este
caso conmocionó a la India y al mundo entero. Lo recuerdo como si fuera ayer
pues esperaba como muchos justicia para Jyoti. El horrendo crimen, y finalmente
su muerte en un hospital de Singapur, causó protestas dentro y fuera de la
India. La sociedad, en su mayoría mujeres, exigía justicia para Jyoti.
Sin embargo, yo veía con estupor las declaraciones de los violadores, así como
los comentarios machistas y misóginos en las redes sociales de miles de hombres, tanto en India como
en otros países.
En
una entrevista uno de los violadores de Jyoti dijo:
"Una
mujer es mucho más responsable de la violación que un hombre". "Una
mujer decente no deambula a las 9 de la noche ... Las tareas domésticas y de
limpieza son para las mujeres, no en las discotecas y bares de la noche
haciendo cosas incorrectas, con ropa incorrecta".
También,
sugirió que el ataque consistía en enseñar a la mujer y a su amigo varón una
lección: que no deberían haber salido hasta tarde por la noche. También reiteró
que las víctimas de violaciones no deberían contraatacar o defenderse: "Ellas
deben guardar silencio y permitir la violación"; "Si no se hubiera resistido no la habríamos golpeado". Luego del ataque, los hombres lanzaron del bus a Jyoti y a su amigo; estaban seguros de que habían muerto. La policía los encontró aún con vida y Jyoti, a pesar de morir días después, pudo relatar el horror vivido y denunciar a los criminales.
En
Ecuador, en las redes sociales, los comentarios no se hicieron esperar por el
ataque a Martha. Hubo y hay mucha solidaridad, pero también comentarios que
muestran la realidad de una sociedad atrapada en la violencia: “Para mi que
ella buscaba una buena violada y al parecer lo consiguió”; ” Se quedaba
cocinando en su casa y vivía feliz.”; "Para eso los hombres tenemos
pene." Y muchos comentarios más que revelan ignorancia, odio misoginia,
machismo e inclusive, a posibles violadores.
Leer semejantes comentarios me ha dejado sin palabras. La violencia hacia las mujeres es una cadena, un intrincado sistema de falsos valores y masculinidades tóxicas. Vivimos momentos decisivos en los que todas las generaciones exigimos justicia, igualdad y derechos. Las mujeres del Mundo nunca estuvimos más cercanas y unidas. Movimientos como #MeToo sacuden y desmontan sistemas de poder en todos los niveles del establishment. Muchos hombres se han unido a esta y otras causas, lo cual nos da esperanza. No obstante, seguimos viendo y viviendo resistencia en la sociedad, en el Estado, en el sistema legal, en nuestras propias familias, escuelas, lugares de trabajo, etc.
Leer semejantes comentarios me ha dejado sin palabras. La violencia hacia las mujeres es una cadena, un intrincado sistema de falsos valores y masculinidades tóxicas. Vivimos momentos decisivos en los que todas las generaciones exigimos justicia, igualdad y derechos. Las mujeres del Mundo nunca estuvimos más cercanas y unidas. Movimientos como #MeToo sacuden y desmontan sistemas de poder en todos los niveles del establishment. Muchos hombres se han unido a esta y otras causas, lo cual nos da esperanza. No obstante, seguimos viendo y viviendo resistencia en la sociedad, en el Estado, en el sistema legal, en nuestras propias familias, escuelas, lugares de trabajo, etc.
Durante cientos, si no miles de años, la religión y la moral han determinado el lugar de las mujeres en la sociedad: seres al servicio del hombre y del Estado, posicionándonos como piezas de uso en una cadena de violencia estructural. Se
espera de las mujeres el sacrificio, la maternidad, la pureza, el silencio, la
sumision, la pobreza; todo aquello que no le haga sombra al hombre, que no
altere el orden patriarcal. Hay excepciones claro, pero la discriminación está
en todo espacio y momento. Si salimos a exigir respeto, justicia e igualdad se
nos tacha de locas, feminazis, zorras, ignorantes, etc. Nuestro lugar, dicen
los machistas, está en el hogar, en la cocina, sirviendo el café, atendiendo a
los hijos y al marido. Nuestros cuerpos siguen siendo regulados por la religión y la moral y leídos como espacios de desahogo del hombre u objetos desechables. Al rechazo de la educación sexual en las escuelas, es la pornografia, sádica y violenta, y la televisión basura, los que hoy en dia y desde hace unos años, educa a la sociedad en el campo de la sexualidad y por lo tanto se perpetúan y añaden ideas arcaicas y violentas. El espacio público aún no nos pertenece en igualdad de
derechos y transitar por él, como lo hacen los hombres tiene un alto precio.
Los
hombres deben participar en la re-construcción de una sociedad
justa y segura, y deben señalar y responsabilizar con el máximo rigor a aquellos hombres
que atacan, abusan y violan, no solamente a mujeres si no a niños y niñas. No podemos hacerlo solas, es un trabajo colectivo. Tampoco ayuda que se sientan atacados cuando las mujeres protestamos, pues denota
incomodidad y miedo, un viejo miedo de hacer el ridículo y ser tachados por otros hombres como
seres débiles y sumisos. La sociedad urge un cambio y aunque lentamente están sucediendo cosas
estupendas, como videos que muestran a hombres enseñando, o aconsejando a otros
hombres a comportarse de manera sensible y responsable, como por ejemplo el comercial de Gillette que ahora mismo da
vueltas por la Red:
""Nosotros
creemos: los mejores hombres pueden ser."
Intimidación.
Acoso. ¿Es esto lo mejor que un hombre puede conseguir? Solo al desafiarnos a
nosotros mismos a hacer más, podemos acercarnos a lo mejor. Decir lo correcto,
actuar de la manera correcta. Estamos tomando medidas". #Gillete
El
caso de Martha no puede quedar en la impunidad. Exijamos JUSTICIA.
#TodosSomosMartha
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