Casi volábamos por
el aire tomados cada de uno de sus manos. Llegamos cuando el
autobús arrancaba. Tuvimos que sentarnos separados, yo detrás del
asiento de mi madre. Como un hermoso búho, giraba su cabeza cada cierto tiempo para mirarnos. Minutos después nos dio algunos dulces. Tenía hambre y frío pero no quise molestarla más. Era suficiente verla triste y enojada. Fue un largo viaje y las cosas no salieron bien. Mi hermano, al otro lado del pasillo se veía tan desolado como yo. Queríamos ir con Mamá. Nos miramos y sonreímos.
Junto a mí, un hombre que llevaba
una capucha que le cubría hasta los ojos y unas herramientas de jardinería, se arrimó
a la ventana y recogió su cuerpo para dormir. Había oscurecido y pensaba que
llegaríamos muy tarde a casa. Mi padre nos esperaba mucho más temprano. Quedaban atrás las luces de la gran ciudad y en mi ventana las montañas como cóndores gigantes, pasaban uno detrás de otro. La luna nos seguía.
El hombre giró hacia mí. Parecía dormir. De su boca salió un olor ácido a licor. Giré hacia el otro lado buscando a mi hermano mientras abrazaba a Carlota y pasaba mis dedos entre su pelo de lana. Mis ojos se cerraron. Sentí algo extraño y desperté sobresaltada. La pesada mano del hombre subía por mi muslo y casi rozaba mi vagina. Paralizada, mi respiración se acortó. Mi voz caía en el vacío de mi garganta.. quería gritar ¡Mamá!. Su mano avanzaba y su boca se acercó a mi cuello. Cerré los ojos, apreté a Carlota contra mi pecho y pensé en Papá. Me levanté y de un salto estuve junto a Mamá. Me pidió que me regresara a mi asiento pero solamente pude mover la cabeza en un rotundo no!. Mis ojos le rogaban que me llevara sobres sus piernas. Carlota y yo la abrazamos, temblando y llorando en silencio casi todo el viaje.
El hombre giró hacia mí. Parecía dormir. De su boca salió un olor ácido a licor. Giré hacia el otro lado buscando a mi hermano mientras abrazaba a Carlota y pasaba mis dedos entre su pelo de lana. Mis ojos se cerraron. Sentí algo extraño y desperté sobresaltada. La pesada mano del hombre subía por mi muslo y casi rozaba mi vagina. Paralizada, mi respiración se acortó. Mi voz caía en el vacío de mi garganta.. quería gritar ¡Mamá!. Su mano avanzaba y su boca se acercó a mi cuello. Cerré los ojos, apreté a Carlota contra mi pecho y pensé en Papá. Me levanté y de un salto estuve junto a Mamá. Me pidió que me regresara a mi asiento pero solamente pude mover la cabeza en un rotundo no!. Mis ojos le rogaban que me llevara sobres sus piernas. Carlota y yo la abrazamos, temblando y llorando en silencio casi todo el viaje.
(Arte:SATYABRATA KARMAKAR)
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