Ir al contenido principal

Las Brujas y la Luna.


                                                                                                            Para Beatriz y Mishu.
“Luna verde de Mario parada sobre los cerros; 
una leve sandía, esa mítica fruta de donde salen las brujas.” 
Marosa De Giorgio

Soltarse la cabellera, beber vino, danzar descalzas, reír hasta las lagrimas, curar heridas, adoptar gatos, serpientes y lobeznos y tomar baños de Luna bajo la sombra de un amor. Ritos de supervivencia los llaman.

En aquellos tiempos de quien ya nadie habla ni recuerda, un poder oscuro se apoderó del Mundo: entristeció a los hombres, silenció la risa de las mujeres y se les prohibió amar. Algunas no lo soportaron y huyeron a las colinas y los bosques, en donde hicieron un pacto con la Luna: ella las protegería de la furia de las sombras, limpiaría sus úteros, los ríos y el mar; y a cambio, ellas sacrificarían sus trenzas al terminar la pubertad y la alimentarían con la ultima  leche materna para que nunca perdiera su brillo. 

Pero la Luna pidió algo más: ser amada por poetas. Una tarea difícil pero no imposible. Bajo hechizos y cantos, las mujeres visitaron a todos los poetas en sus sueños y dejaron en ellos una semilla de amor y de pasión por la Luna. Tiempo después y al sentirse amada como nunca,  la Luna agradecida se abrió una vena y les entregó una gota de intuición y dos de percepción a cada una de ellas. Desde entonces, entre la Luna y las mujeres existe una hermandad.

Comentarios

  1. ¡Qué bonita delicadeza!... Y a la frase final, mi aplauso cerrado: "Desde entonces, entre la Luna y las mujeres existe una hermandad".

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Doña Francisca Sina Sigchi, Cacica y Señora de Tilipulo. De centro del poder panzaleo a centro de la riqueza colonial y republicana

  Doña Francisca Sina Sigchi, Cacica y Señora de Tilipulo. De centro del poder panzaleo a centro de la riqueza colonial y republicana                                                                                              F: Viktor Armendariz Fue a inicios de 1540 cuando Sina Sigchi y su hermano Sancho Hacho, Caciques panzaleo del señorío de la Tacunga (Latacunga), fueron unidos en matrimonio por el Inca (posiblemente Manco Inca Yupanqui) y por el primer Obispo de Quito, García Díaz Arias. Décadas más tarde, en su testamento firmado en Saquisilí en 1580, Sina Sigchi, bautizada como doña Francisca, narra el ritual previo de matrimonio con su hermano llevado acabo en dos puntos estratégicos a los que llamaban "madres". En este ritual inca, la pareja real fue "enterrada" de forma separada: Sina Sigchi en Malaleji (Quijos) y Sancho Hacho en Pinipullo (Callo). Al salir de sus "madres" los caciques recibieron todo lo que sus ojos alcanzaron a ver y más allá

La Santísima Tragedia: la fiesta de la Mama Negra de una niña de zapatos azules.

  La Santísima Tragedia: la fiesta de la Mama Negra de una niña de zapatos azules.                                A mi hermano                                                      Es una soleada mañana de un 24 de septiembre ecuatorial y llevo mis zapatos azules de charol. Deslizo mi mano de la mano de mi abuela y me pierdo entre la gente. En este estridente, colorido y caótico universo me siento libre y segura; la blanca cúpula de la iglesia es mi brújula. Quiero ver al Ángel de la Estrella, una niña de grandes alas e infinitos rizos subida en un caballo tan blanco como su vestido. La escucho loar a la Virgen de la  Merced en una larguísima filigrana de palabras. Los disparos inauguran la fiesta y la banda de músicos uniformados inician el desfile. Miro alrededor y corro calle arriba. Me encuentro con hileras de pájaros gigantes que danzan con movimientos ondulantes. Los niños y sus madres gritan: ¡Los curiquingues, vienen los curiquingues! Retrocedo y miro sus largos cuellos pasar.

‘La zona de interés’: la porosa normalidad del mal.

  ‘La zona de interés’: la porosa normalidad del mal.   La película del director Jonathan Glazer está basada en la novela del británico Martin Amis, quien en un pasaje recoge la voz interior de Rudolf Hoss, comandante del campo de concentración de Auschwitz: “Porque soy un hombre normal con necesidades normales. Soy completamente normal.”. Esta es la misma siniestra noción de normalidad que lo lleva a decir, en una escena mientras habla por teléfono con su esposa, que los techos de las cámaras son muy altos y no puede gasearlos a todos. En 'La zona de interés', lo que Glazer nos muestra de manera magistral es que, la normalidad es una fina y porosa cortina que se abre y se cierra para mostrarnos lo que se desea ocultar.   Los muros que separan la idílica casa del comandante y su rubia esposa del campo de concentración, no impiden escuchar los gritos de dolor ni los disparos que silencian esas mismas voces. Ruidos que atraviesan el aire, pedazos de cuerpos que llegan al rio en d