Amor mundi y la ruptura: Hannah Arendt y Martin Heidegger
“Do not forget me, and do not forget how much and how deeply I know that our love has become the blessing of my life.” Martin Heidegger
En La condición humana (1958) Hannah Arendt señala que “el amor a diferencia de la amistad, muere o se extingue en el momento en que surge en público” (51). Para Arendt, abandonar los límites de lo privado significa que el amor es dirigido a cumplir propósitos políticos o con la intención de cambiar o salvar al mundo. Aunque el amor es una virtud primordialmente ética y teológica y raramente considerada como una virtud política, el tema del amor y la política atraviesan el pensamiento contemporáneo, como lo muestra la obra de Arendt. A pesar de su advertencia de que “El amor en razón de su pasión destruye aquello que nos une y nos separa de otros.” (242), y de que este es básicamente una entidad mundana, anti política y apolítica que tiende a excluir el mundo exterior, su interés en la relación entre amor y política, a través del discurso de la amistad, está presente a lo largo de su pensamiento, vida personal y trabajo intelectual.[1] Inclusive, alguna vez, Arendt consideró seriamente llamar Amor Mundi a La condición humana. Claramente, el objetivo de Arendt fue disipar la noción de amor de su contexto ético-religioso original para llevarlo al campo de la teoría política y lograr que en el discurso el amor se transforme en un principio que sirva “para construir una comunidad, es decir, un principio de coexistencia” (Arendt 509) inherente a la condición humana, la pluralidad y la vida política.
Arendt se mudó de Konigsberg en 1924 para estudiar en Marburg. Llevada por los rumores de que un joven y brillante profesor enseñaba filosofía y acompañada de un grupo de jóvenes amigos se inscribió en la Universidad de Marburg. Ella tenía 18 años y muchos deseos de aprender y él, Martin Heidegger, 35, era un rebelde entre los filósofos y estaba casado. Lo que los unió fue la pasión del amor y la fascinación por la filosofía.
Su relación duró cuatro años y fue el comienzo de una fascinante aventura a través del pensamiento de entreguerras; algo que los unía y los separaba. Heidegger publicó Ser y tiempo en 1927 y su éxito lo debió en parte a su relación con Arendt. Mientras tanto, ella volcó su trabajo y su activismo al sionismo y a la lucha en contra del anti semitismo, pero la toma del poder por parte del Nacionalsocialismo los alejó y en 1933 ella y sus amigos fueron obligados a marcharse. Arendt se refugió en París. Ese mismo año Heidegger se unió al Partido Nazi y fue nombrado Rector de la Universidad de Freiburg. Su posición filosófica, su misión, destruyó la relación con Arendt, al igual que su amistad con muchos de sus maestros, colegas y estudiantes. Arendt dejó Francia en 1941 y se mudó a Nueva York.
Diecisiete años más tarde, en 1950, Arendt y Heidegger volvieron a encontrarse e iniciaron una amistad de veinte años que se rompía de tiempo en tiempo, pero una amistad entre iguales, una amistad política. La historia de amor y amistad entre los dos intelectuales ha sido incomprensible para muchos y ha causado acalorados debates sobre cómo una mujer judía pudo haber entablado una relación con un nazi, y cómo es posible que dos temas tan distintos: amor y pensamiento se hubieran entrelazado. A pesar de todos los avatares de esta historia y la posición filosófica de sus personajes, el tema que aparece siempre en el horizonte es el amor en todas sus formas: eros, ágape, lealtad y traición, pasión y banalidad, reconciliación, olvido, remembranza; todos bajo el paraguas del Amor Mundi, lo cual Arendt trata claramente no como un asunto sentimental si no como un tema filosófico. La pregunta que lanza Arendt con relación a este concepto es cómo empezar nuevamente después de la auto destrucción de Europa a través de la guerra y el genocidio. Ya temprano en 1933, presionada por sus enemigos, Arendt respondió que el pensamiento, la filosofía política, debía ser integrada al Mundo y los seres humanos debían comprometerse con sus experiencias, rupturas y catástrofes de manera profunda.
En sus discusiones, Heidegger y Arendt fueron conscientes de que asistían a una ruptura con la tradición y que esta jamás podría ser reparada. Con esto en mente, ambos iniciaron una nueva etapa del pensamiento y sus ideas protagonizaron cientos de discusiones y publicaciones en el ambiente académico. Justamente, uno de los grandes discursos filosóficos del siglo XX emergió de este antagonismo entre el pensamiento político de Arendt y el discurso filosófico del Gelassenheit o dejar-ser de Heidegger. Una confrontación que inició en el siglo XX y que continúa hoy en día en sus infinitas variaciones.
La
doble relación entre Arendt y Heidegger, amantes y pensadores, pone en
evidencia el amor y sus límites, la dificultad de reconciliar estos dos
universos, eros y pensamiento, pero la posibilidad de evolucionar hacia la
amistad en donde las ideas pueden surgir en condición de igualdad. Una vez que el
amor entre los dos intelectuales cruzó la frontera de lo privado, su historia
se volvió de interés público y sus propias ideas entraron en el espacio común
en donde han permanecido hasta nuestros días, generando nuevas discusiones.
Betty Aguirre-Maier, Ph D C
BIBLIOGRAFIA
Arendt, Hannah. The Human Condition. Chicago: The Chicago UP, 1998.
[1] Ver: Der Liebesbegriff bei Augustin (1929), The life of Mind, Vol. II: Willing (1972) y, Nixon, Jon.
Hannah Arendt and the Politics of Friendship, Bloomsbury Publishing PLC, 2015.
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