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Mostrando entradas de 2019

Carta de Sigmund Freud a su hija Mathilde sobre el amor y el matrimonio.

Carta de Sigmund Freud a su hija Mathilde sobre el amor y el matrimonio. Mi querida Matilde: Lo que me escribes no me ha tomado del todo desprevenido. Aguardaba desde luego que tú misma tomaras la palabra, pues tenía confianza en ti, y creo que no la has defraudado. Si tú estás contenta contigo, yo también puedo estarlo. Sólo puedo darte algunos consejos y llamarte la atención sobre ciertos recaudos. Quizá sepas que, como todo lo demás, a amar también se aprende; con lo cual es difícil evitar que surjan confusiones. El primer amor no tiene por qué ser el que perdure. Seguramente tu intención de mantener un vínculo de amistad con Robert Hollitscher hasta que se hayan conocido es la única posibilidad sensata. Pero tú también sabes cuáles son los peligros que encierra ese camino, el acotado margen de libertad que le deja a una joven la sociedad y lo infructuoso que resulta para el individuo oponerse a lo social. Quizás el mayor peligro sea "caer" en el asunto

LA MURALLA Y LOS LIBROS

LA MURALLA Y LOS LIBROS Por: Jorge Luis Borges Leí, días pasados, que el hombre que ordenó la edificación de la casi infinita muralla china fue aquel primer emperador, Shih Huang Ti, que asimismo dispuso que se quemaran todos los libros anteriores a él. Que las dos vastas operaciones –las quinientas a seiscientas leguas de piedra opuestas a los bárbaros, la rigurosa abolición de la historia, es decir del pasado– procedieran de una persona y fueran de algún modo sus atributos, inexplicablemente me satisfizo y, a la vez, me inquietó. Indagar las razones de esa emoción es el fin de esta nota. Históricamente, no hay misterio en las dos medidas. Contemporáneo de las guerras de Aníbal, Shih Huang Ti, rey de Tsin, redujo a su poder los Seis Reinos y borró el sistema feudal: erigió la muralla, porque las murallas eran defensas; quemó los libros, porque la oposición los invocaba para alabar a los antiguos emperadores. Quemar libros y erigir fortificaciones

Solamente tres de ellas...

Solamente tres de ellas... Nina Mae McKinney  Aproximadamente a los 20 minutos de " Hallelujah "(1929), la primera película de Hollywood con un reparto totalmente afro-americano, Nina Mae McKinney, la primera estrella negra del cine, apareció en la pantalla como Chick, una cantante y bailarina. MGM le dio un contrato de cinco años, y luego pareció darse cuenta de que no había papeles principales en películas para mujeres negras en la década de 1930. Lamentando lo que temía que fuera su destino, Richard Watts de The New York Herald Tribune escribió que su "exilio del cine es el resultado de asuntos raciales estrechos e intolerantes". Julia Morgan Julia Morgan, reconstruyó el Hotel Fairmont, destruido por el gran terremoto de San Francisco en 1906. Tres años antes, había construido un campanario en el campus Mills College y había resistido al terremoto. Fue la primera mujer en recibir una licencia de arquitecta en California, en 1904, Morgan diseñó

Botella al mar para el dios de las palabras

Botella al mar para el dios de las palabras (Discurso ante el I Congreso Internacional de la Lengua Española) Por Gabriel García Márquez A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: «¡Cuidado!» El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: «¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?» Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor que tenían un dios especial para las palabras. Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa,

Cuando Benito Juárez prohibió los Toros

Cuando Benito Juárez prohibió los Toros Maria Felix en la Plaza de Toros México.            Con decreto 6160 del 28 de noviembre de 1867, Benito Juárez, Presidente de México,   prohibió las corridas de Toros. La orden ejecutiva se mantuvo por 19 años en un momento crítico tanto para el país como para la ciudad. Decisión que sorprendió a muchos ya que el Decreto parecía ir en contra del bienestar económico y social del pueblo debido a las jugosas entradas que ya no dejarían las corridas de Toros.   Pero esta decisión de Benito Juárez no era nueva. Entre 1567 y 1596, el papado prohibió cinco veces las corridas de toros, pero la falta de acuerdo entre México y España, en donde también se pedía su eliminación, las bulas no tuvieron efecto. La razón de su prohibición eran los pleitos y borracheras que estas causaban, además de la falta de dignidad y moral durante estas fiestas, sumado al maltrato al toro.            No obstante, según Niceto de Zamacois, un e