Carta de Sigmund Freud a su hija Mathilde sobre el amor y el matrimonio. Mi querida Matilde: Lo que me escribes no me ha tomado del todo desprevenido. Aguardaba desde luego que tú misma tomaras la palabra, pues tenía confianza en ti, y creo que no la has defraudado. Si tú estás contenta contigo, yo también puedo estarlo. Sólo puedo darte algunos consejos y llamarte la atención sobre ciertos recaudos. Quizá sepas que, como todo lo demás, a amar también se aprende; con lo cual es difícil evitar que surjan confusiones. El primer amor no tiene por qué ser el que perdure. Seguramente tu intención de mantener un vínculo de amistad con Robert Hollitscher hasta que se hayan conocido es la única posibilidad sensata. Pero tú también sabes cuáles son los peligros que encierra ese camino, el acotado margen de libertad que le deja a una joven la sociedad y lo infructuoso que resulta para el individuo oponerse a lo social. Quizás el mayor peligro sea "caer" en el asunto
Aproximaciones.